El mes de la mujer. Una mirada holística del rol de la mujer

El mes de la mujer. Una mirada holística del rol de la mujer


En esta oportunidad quiero referirme al rol de la mujer desde una mirada holística que contemple tanto el discurso científico como la consciencia de nuestro poder creador y transformador. 

El dia 8 de marzo se conmemora el dia Día Internacional de la Mujer instaurado por Naciones Unidas en el año 1975, en reconocimiento de la lucha de las mujeres por el ejercicio de derechos en condiciones de igualdad y contra la discriminación por razones de género.

Si bien las mujeres tenemos derecho a votar y a participar en la vida política y pública gracias a un desarrollo histórico que incluye hitos muy importantes, existe un débil avance en la igualdad de oportunidades y aún no llegamos al equilibrio perfecto entre el femenino y el masculino. 

Lejos de disminuir los conflictos o mejorar la situación general de las mujeres, en el 2020 vimos que han aumentado la violencia de género y los femicidios. Por lo tanto, necesitamos reflexionar sobre cómo modificar esta realidad colectiva global que estamos viviendo como seres humanos, tanto las mujeres como los hombres. Lo que afecta a un grupo de seres humanos indefectiblemente afecta al todo del que formamos parte.

La importancia del campo energético

Para abordar este fenómeno en toda su complejidad, resulta fundamental que comencemos a tener conciencia de los campos de energía. 

Tanto la física cuántica como la biología enfatizan la influencia del campo de energía de la mente-conciencia como fundamento que da forma a nuestra experiencia de vida, revelando que la energía es la fuente de todo. Para comprender cómo funciona la creación de la realidad en base a la vibración y la energía, imaginemos las gotas de agua cuando caen en un río o estanque. Pensemos en las ondas que se forman alrededor del punto en que ha caído la gota. Estas se conectan con las ondas de las demás gotas creando un tipo especial de frecuencia vibratoria. 

También creamos ondas y olas cuando nuestros pensamientos, emociones y declaraciones se conectan entre sí. En física cuántica, esto se llama “entrelazamiento e interferencia”. 

Totalmente interconectados en red y en frecuencia, los seres humanos estamos en creación permanente y continua a través de la vibración de nuestros sentimientos y creencias. 

De este modo, vamos creando la materia. Cuando las ondas se conectan y se unen, se eleva la energía, la vibración, es más poderosa. 

Si vemos un grupo de personas en armonía y amor, vamos a sentir esas frecuencias y lo que se materialice en ese campo será algo propio de esa energía. En cambio, si vemos un lugar donde hay violencia, ira, dolor y maltrato también vamos a ver cómo se materializa allí más cantidad de dolor, ira y maltrato. 

Todo genera campo. Albert Einsten sostenía que el campo es el que controla a la partícula. Esto se encuentra probado en la medicina, también, donde el campo es el que genera el síntoma y también el que lo sana. Es importante tener siempre presente que el síntoma no es el problema, sino que el problema está en el campo, el cual se alimenta de nuestras declaraciones, emociones y de la vibración colectiva.  

Einstein ha sostenido también lo siguiente: 

“Los problemas creados en un nivel de pensamiento o de conciencia no pueden ser resueltos en el mismo nivel de pensamiento o de nivel de conciencia”. 

Quiero que nos detengamos un momento en este punto. Considero que las personas estamos recién ahora despertando a la conciencia de que somos mucho más que materia. Somos energía y estamos empezando a acceder al conocimiento del poder creador de esa energía, algo que hasta este momento, si bien lo tenemos disponible , lo desconocíamos. Estamos saliendo de a poco de la “ceguera cognitiva” que se constituyó al no saber que no sabíamos.

La mente, la frecuencia y los campos de energía son los que dan forma a nuestras experiencias de vida. Cuando comprendemos esto, tenemos la posibilidad de salir de la ceguera cognitiva, porque entonces nos damos cuenta de que no tenemos que hacer nada afuera sino que solamente debemos cambiar internamente, al interior de nuestra conciencia. 

Para modificar o crear la realidad que queremos, la energía vista como información es profundamente importante, pues nos ayuda a determinar qué y quiénes somos, para ejercer desde ahí el poder de nuestra propia creación individual y de las creaciones a nivel colectivo. 

La energía del lenguaje en el rol de la mujer

Cuando me refiero a “consciencia”, no lo hago desde un lugar religioso o moral, sino desde la intención luminosa de prestar atención a los aspectos y elementos que nos brindan la ciencia y la física cuántica a fin de no repetir o no re-crear lo que estamos queriendo cambiar. 

El poder creador de materia que generan nuestras palabras y declaraciones, así como especialmente la frecuencia de nuestras emociones individuales y colectivas, generan una realidad específica. Según Einstein, “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”

Por ese motivo quisiera abordar la problemática del rol de la mujer desde una perspectiva que no se suele adoptar con frecuencia. Integrando los conceptos que provienen de la física cuántica, quizás nos podamos abrir a otras posibilidades para arribar al cambio de conciencia individual y colectivo que necesitamos. Desde esta disciplina, ya se encuentra comprobado que nuestros pensamientos, emociones y declaraciones, es decir las palabras que usamos cotidianamente crean la realidad, la generan, la moldean. En este sentido, propongo que observemos la importancia de modificar nuestras declaraciones y en lugar de hablar en términos de “lucha”, lo hagamos en términos de “transformación”, “crecimiento” y “conexión”. 

Al hablar de la lucha por los derechos de las mujeres cuando nos referimos a la búsqueda de la igualdad, la no violencia, el cese de los femicidios, estamos abordando la problemática desde un colectivo emocional de dolor, ira, de venganza o miedo. Si bien es totalmente cierto que desde muchos aspectos “lineales y técnicos” arribamos a muchos logros importantes y visualizamos una situación que por mucho tiempo estuvo invisibilizada, en cierta forma, seguimos alimentando el campo cuántico que queremos desintegrar y transformar. 

Es de gran impacto darnos cuenta de que muchas veces alimentamos con nuestra propia emoción, vibración y energía aquello que queremos transformar. Si presentamos la fuerza o la lucha como algo “natural” y “normal”, estaremos desconociendo el poder creador y manifestador de nuestra propia energía individual y colectiva. 

Esto provoca un efecto similar al que suscita el esfuerzo que debemos hacer para nadar contra la corriente. Puede ser que nos ahoguemos en el intento por alcanzar la orilla o bien puede que lleguemos, pero si lo logramos, ¿a qué costo habrá sido? ¿Disfrutaremos cuando lleguemos? 

¿Qué emocionalidad queremos generar? 

Si echamos un vistazo a la memoria de la humanidad, ¿que hemos creado?, ¿qué hemos alimentado? Mayormente, separación, miedo, verticalidad, violencia, abuso de poder, codicia. ¿Qué fechas celebramos, conmemoramos?, ¿qué tipo de noticias replicamos y simplificamos?, ¿qué frecuencias y emociones nos activan esas noticias?

La escritora y periodista especializada en el área de la ciencia, Fresia Castro, ha indagado mucho en la relación e impacto que tienen nuestras declaraciones en el campo emocional individual y por supuesto colectivo. Si, como estamos proponiendo en este artículo, partimos de la base de que somos seres de energía y nuestras emociones emiten una frecuencia, una vibración, entonces “somos el instrumento” que contiene esa frecuencia o vibración. Esta, a su vez, emite ondas que alimentan directamente la malla electromagnética planetaria. Esta malla electromagnética o capa psíquica contiene las frecuencias creadoras de la humanidad. 

La cosmonauta rusa, Marina Popovich ha afirmado que, según estudios realizados en Moscú, el planeta está rodeado por una inmensa red o entramado energético que posee una distribución geométrica. Se descubrió que este plano de energía no se sitúa en un plano físico. Es un campo etéreo que está cargado de emociones y es por esto por lo que es necesario controlar nuestra pasión. Cada uno de nosotros tiene poder para afectar de modo positivo o negativo este campo. 

Todo lo negativo, como el odio y el miedo, inciden en el estado del planeta y la tierra reacciona violentamente ante estos pensamientos y sentimientos, emitiendo un tipo de radiación que repercute en los patrones climáticos, por ejemplo. 

Los científicos saben muy bien que estamos ante un proceso cíclico e inevitable que solo el ser humano puede atenuar. En el universo todo está interconectado y todo lo que hagamos afectará a la tierra. Las cargas negativas influyen en todos los humanos y son más fuertes que las energías nucleares. El planeta, como si se tratase de un cuerpo enfermo, reacciona con anticuerpos para curar este campo en desarreglo. La contaminación no es provocada únicamente por el consumo de energías residuales. Nosotros mismos somos una fuente poderosa de polución. El planeta responde al odio y al amor.

Por lo tanto, si nosotros somos los tejedores de la red, es nuestra responsabilidad cambiar el destino planetario. En todo momento tejemos esta red: cuando pensamos, cuando interactuamos, cuando tomamos decisiones. 

La calidad del entramado que logremos tejer dependerá de la calidad de nuestros sentimientos, que son los detonadores de nuestros actos creativos.

Nosotros podemos elegir si actuamos desde la rabia, la frustración, la desconfianza, la tristeza o si lo hacemos desde la alegría, el entusiasmo, la confianza, el amor, la solidaridad, pues de un modo y otro influiremos en el común denominador de la malla electromagnética de la que todos formamos parte.

¿Cuál es la realidad que queremos crear para el nuevo mundo? ¿Qué es lo que nos ha dado resultado en lo individual? ¿Y qué no? ¿Qué podemos llevar a lo colectivo? 

Tengamos presente que una “masa crítica” es una condensación energética suficiente para generar un efecto permanente o multiplicador. Esto se logra cuando se alcanza un número necesario de emisores en una misma frecuencia o intención creativa. A partir de ese momentum, se produce el evento para el cual se trabajó. 

¿Qué tipo de masa crítica queremos crear? Desde mi punto de vista, debemos comenzar a elegir las palabras, declaraciones y acciones que alimenten lo que queremos transformar y cambiar; sacar la palabra “lucha”, especialmente, de nuestros discursos y comenzar a sintonizar, con las frecuencias del amor, ahondar en las causas y orígenes de la violencia actual, y no desde el síntoma, sino desde la causa.

Comencemos a trabajar en la integración de la energía femenina y la energía masculina como parte de un todo, de una misma forma. La energía masculina, lidera y ha liderado las “luchas” y la acción, mientras que la energía femenina se maneja desde la intuición, el amor, la compasión y las emociones, pero no ha tenido lugar suficiente para hacer de contrapeso y evitar desequilibrios.

Trabajemos en nosotros mismos, en nuestros propios espacios cotidianos, personales y profesionales, y revisar en dónde alimentamos la violencia, la separación, la desigualdad, dónde seguimos conectados con la emoción y sensación de la escasez.

Les propongo que dejemos descansar un poco las memorias de dolor, y solo traerlas para lo justo y necesario (cuando necesitamos sanarlas), sin revivirlas todo el tiempo, porque de ese modo solo logramos continuar alimentando la malla que luego crea la realidad que no queremos y criticamos. 

Les propongo que sintonicemos con más amor y menos dolor.

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