¿Qué es la transformación?
La transformación es la acción de hacer que algo cambie o sea distinto, pero sin alterar totalmente sus características esenciales. Generalmente buscamos la transformación cuando nos encontramos frente a una insatisfacción, ya sea personal o profesional.
Los motivos pueden ser muchos y dependen de cada persona, pero en la mayoría de los casos se deben a la presencia de una insatisfacción, algo no está sucediendo como nos gustaría que suceda, o no estamos encontrando los resultados que nos gustaría tener.
Dentro del mundo del derecho, de la justicia, de la política, nos encontramos con situaciones permanentes que nos gustaría que cambien, que se transformen porque no nos están dando los resultados que queremos o no cumplen con nuestras expectativas, ni la de los clientes ni de las personas que acuden al sistema de justicia. Y cuando me refiero al sistema de justicia, a los efectos de este artículo, me refiero a todo: los tribunales, los despachos privados, las oficinas públicas, los sistemas de mediación, de arbitraje, etc. Todo lo que implica y abarca la abogacía.
Esperamos, deseamos y peleamos para que cambie el sistema, para que mejore, para que nos dé nuevas respuestas. Sin embargo, nos olvidamos o no tenemos en cuenta que “somos el sistema”, y que si queremos que cambie, que se transforme, el primer movimiento que debemos hacer es con nosotros mismos y hacia nosotros mismos.
Ahora bien, Si continuamos pidiendo y/o esperando que el cambio provenga del afuera, del otro o de las autoridades, estamos limitados, sujetos a un poder externo, lo cual nos lleva a dos trampas:
La primera, es de “desempoderamiento” (yo no puedo, puede el otro)
La segunda, es la de no activar mi propio poder personal.
Las dos trampas nos llevan a la frustración, y a la no-libertad de acción.
Esa forma de pensamiento, esa vía, la hemos sostenido durante mucho tiempo y debemos reconocer que en varios aspectos ha funcionado, las instituciones nos iban dando respuestas más acertadas o menos acertadas y esa transformación estaba alineada de alguna manera con los ritmos sociales y personales. Sin embargo, en este mundo VICA, donde todo se ha acelerado y complejizado, los mecanismos anteriores no nos están dando las respuestas que estamos esperando o buscando.
Somos el sistema
Aquí viene el segundo nivel de análisis, donde entendemos que en realidad, nosotros somos el sistema. Somos parte fundamental de lo que habilita y sostiene a ese sistema que brinda las respuestas que no nos satisfacen. Asimilar esto, insertar al problema dentro de nuestra área de resolución, es lo que va a permitir activar “el poder personal para cambiar”, transformar a partir de nuestra propia transformación al sistema y comenzar a ver los resultados que estamos buscando.
Si internalizamos esta verdad podremos colaborar activamente con la recreación de un sistema de justicia superador.
Esta nueva mirada, este cambio de timón, nos saca de la primera trampa, donde quedamos a expensas de otros esperando el cambio que nunca llega o no llega en los tiempos que necesitamos.
Pasamos de ser víctimas a protagonistas y comenzaremos a ver que somos el sistema que criticamos y que al mismo tiempo alimentamos.
“Sé el cambio que quieres ver en el mundo “ (Gandhi – Abogado y Político)
A partir de la elección de ser protagonistas, el siguiente paso es comenzar a identificar que estamos haciendo consciente o inconscientemente para perpetuar este sistema actual incapaz de acompañar al individuo en sociedad en sus cambios, en sus crecimientos.
La siguiente parada es el autoconocimiento
Si seguimos transitando esta línea de conceptos nos encontraremos con otra parada en nuestro recorrido. Después de entender que la transformación comienza en nuestro interior, es hora de comenzar un proceso de autoconocimiento, desde lo personal pero especialmente desde lo profesional.
Este proceso nos ayudará a identificar cuáles son las creencias y paradigmas dentro de los cuales nos estamos moviendo y ejerciendo, que alimentan esta forma, este sistema y que deben ser modificadas y cambiadas.
Comenzar a conocernos profundamente, nos dará el puntapié inicial para recibir los primeros dos grandes regalos.
Por un lado, identificar los aspectos personales que requieren transformación -es decir, de un cambio sin perder la esencia-. Por otro lado, la puerta de entrada que necesitamos abrir para ingresar a la sabiduría del mundo de las emociones, principal competencia que todo profesional debe desarrollar en estos tiempos es “la inteligencia emocional”.
La forma en que nosotros, como abogados y profesionales, nos abrimos camino en este mundo caótico se relaciona directamente, con la reestructuración interna a la que me quiero referir.
A partir del desarrollo del autoconocimiento, nos encontramos también con el poder personal, es decir con lo que podemos hacer y lograr más allá de las circunstancias coyunturales externas.
A medida que profundizamos en este proceso, comenzamos a transformarnos y es entonces que nos hacemos capaces de transformar nuestro entorno. Esto es posible porque adquirimos nuevas herramientas para intervenir, crear e innovar.
“Yo cambio, todo cambia”.
Gestionar nuestras emociones es la primera competencia para desarrollar las principales habilidades blandas que hoy en día precisamos como profesionales.
Sin embargo, este es un camino que muchos de nosotros -por no decir la gran mayoría de las personas- desconocemos. No tenemos tiempo ni intención para recorrerlo. Estamos demasiado ocupados en lo urgente, en la acción, en el hacer y ser productivos. Tenemos la creencia de que lo “no urgente” nos desconecta de lo importante”. Pero, les pregunto: ¿Qué tal si este camino es parte fundamental para abordar lo emergente?
Una expedición al mundo interior
Si logramos invertir las prioridades, y tomamos conciencia absoluta de nuestro propio poder creador, encontraremos que el camino nos conduce a nuestro mundo interior, y que en él encontraremos la llave que abre la puerta hacia la transformación de la realidad.
Una vez que identifiquemos los aspectos que requerimos desarmar y desandar, entonces podremos comenzar a elegir cuáles de ellos queremos o sentimos que debemos transformar para lograr el cambio tan deseado.
Hay una ley de la hermenéutica, que dice:
“Como es adentro es afuera”
Es como un espejo. El mundo interior es el primer campo de acción transformadora. Es un espacio infinito capaz de darnos claves y pistas para identificar dónde se encuentran nuestros principales aliados. Así también podremos descubrir cuáles son los enemigos y auto-boicoteadores que nos impiden muchas veces lograr los objetivos y/o metas que deseamos.
La conciencia sobre la infinitud nos conecta con nuevas herramientas Solo debemos ser conscientes de lo poderoso que es nuestro mundo interior, y animarnos a ingresar en él.
En los próximos artículos presentaré los regalos que ofrece a los profesionales una expedición al mundo interior, como pilar para el desarrollo de su inteligencia emocional:
- El poder del autoconocimiento.
Cuando ingresamos en el territorio del autoconocimiento, vamos descubriendo algunos pesos o piedras en la mochila del deber ser, de la responsabilidad que debemos soltar, y también descubrimos talentos, dones, capacidades quizás menos valoradas debido a creencias de su posible poca importancia o valor. Por otra parte, nos ayuda a comprender situaciones y leer el contexto en forma más amplia y completa que desde nuestros sesgos y limitaciones. - Definiendo nuestro sistema de creencias.
Una vez que ya hemos ingresado en el proceso del autoconocimiento, vamos desarrollando la capacidad de identificar nuestros sistemas de creencias, porque entendemos que vemos las cosas desde nuestras interpretaciones y entonces podemos decodificarlas. Nos damos cuenta de nuestros propios sesgos y de cuáles de esas miradas nos limitan y cuáles nos abren posibilidades. - Transitar el camino propio.
A través del autoconocimiento, la identificación del sistema de creencias, cegueras, y habilidades únicas y personales, podemos comenzar a delinear el propio camino, y dejar de lado el aprendido o heredado. Podemos re- crear, es decir volver a crear, nuestra oferta y propuesta profesional, en línea con estas capacidades y experiencias acumuladas hasta el momento. Podemos comenzar a crear y construir una nueva etapa profesional, más alineada con las necesidades actuales, para traer la innovación en tiempos de incertidumbre. - La semilla del abogar emergente.
Como resultado de estos tránsitos internos y externos, y de los temas que van emergiendo en este momento de permanente cambio, iremos identificando naturalmente las habilidades que se requieren para este momento de nuestra vida y quehacer profesional. La semilla del abogar emergente comenzará a despertarse y nos brindará las herramientas y capacidades para la comunicación clara, transparente, efectiva, la gestión de las emociones, la generación de espacios seguros para las conversaciones difíciles, el ingreso en el diálogo y la disminución de la confrontación y la argumentación como únicas o mejores formas de abordar y ejercer la profesión.
La importancia de la creatividad
Hemos sido formateados y educados con una gran cantidad de sistemas de creencias, formas de pensamiento y modelos mentales que nos limitan y nos encarcelan. Algunas de las creencias que hemos adoptado son las de la separación, la escasez, el miedo, la rigidez de las normas. Estas han dado lugar a los principales obstáculos y autosaboteadores que debemos identificar para transformarnos y ser capaces de generar el cambio necesario.
Quedarnos en la queja o en la espera de que otros hagan, cambien, modifiquen, es perder nuestra propia soberanía personal y quedarnos siempre sujetos a las circunstancias externas.
Si logramos identificar estas creencias y nos damos el tiempo de observarlas, nos daremos cuenta de que nos brindan regalos que, como perlas únicas e irrepetibles, estaban guardadas en nuestro interior.
Traerlas a la luz, a la superficie para ponerlas al servicio de nuestra profesión es el resultado de una transformación personal.
Transformar el sistema de forma eficaz, eficiente y poderosa requiere de un abordaje desafiante, pues implica el coraje, el compromiso, la humildad y una enorme manifestación de madurez y sabiduría para iniciar el poderoso e infinito camino del autoconocimiento. Al transitarlo, dejaremos de esperar que otros hagan algo y nos identificaremos con la creatividad que nos constituye por naturaleza y tanto necesitamos en estos tiempos, pues solo podemos transformar la realidad transformándonos nosotros.