El conflicto puede ser una transformación poderosa si reconocemos qué parte del problema en el afuera resuena hacia adentro nuestro. No es sencillo, y para lograrlo, tanto el cliente como el abogado deben elegir un fin superador: alcanzar el acuerdo y a su vez sanar el conflicto emocional y relacional que está en riesgo. En este artículo trazaré las pautas para despertar una forma más holística y con una mirada 360º de trabajo que nos permita alcanzar aquello que está más allá de una sanción o un resarcimiento, el abogar emergente.
Autoconocimiento y resolución de conflictos
En los artículos anteriores abordamos los sistemas de creencias y modelos que nos constituyen como abogados y actualmente están en tensión por los desafíos de un mundo que demanda nuevas respuestas. El ejercicio de autoconocimiento es parte de una transformación que empieza desde adentro y llegará hacia afuera si le damos lugar a la semilla del abogar emergente.
Esta práctica surge para atender las nuevas necesidades de las personas, tanto en el mundo individual como en el colectivo. Se erige sobre el caos que provoca el derrumbe de viejas estructuras. Brota y supone un movimiento en la base de lo establecido, porque lo que antes estaba arriba ya no puede sostenerse. Está en crisis.
En la abogacía podemos ubicar esta perspectiva de trabajo lejos de la forma clásica de ejercer la profesión. Se identifica con las problemáticas y deseos actuales de los clientes, la sociedad y la Justicia. Está basada en los principios de colaboración, ayuda y acompañamiento durante la resolución del conflicto.
No busca dar “la solución” sino de preparar la tierra donde nacen las resoluciones entre las personas. Allí germinará la semilla del abogar emergente.
Este germen no solo habita en los abogados sino en cada persona que descubre que lo contingente, ya sea un “accidente” o cualquier otro conflicto, carga un propósito. Poseen un sentido y un mensaje. Desde esta perspectiva el acompañamiento legal llevará a explorar las razones que resuenan dentro de las personas involucradas. Los acuerdos surgirán en el camino del autoconocimiento hacia una mayor armonía.
Una conciencia y un despertar
En la naturaleza las semillas están dormidas hasta que algo o alguien activa su potencial. Luego de despertar se convierten en los frutos y el alimento de nuestras vidas. En la práctica profesional ocurre lo mismo. Primero, debemos abrirnos paso y conectar con la conciencia antigua que está suspendida en nuestro interior, y luego, correr el velo para derribar la ilusión de binarismo que nos gobierna desde temprana edad.
Tomemos por ejemplo a un niño de 3 años. Él no entiende de separación ni distingue color de piel. Menos conoce lo que significa la palabra “racismo”. Es la educación basada en el cartesianismo que lo programa desde la división. De allí en adelante crecemos con la mirada centrada en las dualidades: bueno y malo; alto y bajo; ellos y nosotros. Al crecer entendemos que el mundo no encaja en esa matriz.
La vivencia de la realidad es de totalidad. Las divisiones son producto de cómo nos acercamos y dividimos para poder interpretar, pero estas separaciones no son reales. No existen para el universo, sino que son parte de un mecanismo mental que nos ayuda a asimilar la experiencia.
Desinstalar la programación binaria requiere un trabajo de introspección imprescindible si queremos integrar y alcanzar la conciencia de unidad. No todas las personas están listas. Hay quienes seguirán resolviendo los conflictos desde el afuera mediante resarcimientos o indemnizaciones sin acompañar a contactar con las responsabilidades energéticas de cada persona involucrada.
Hablando a tu corazón
Alcanzar una conciencia de unidad es desafiar el sistema de creencias y tomar contacto con la energía del despertar que vivimos durante el último año. Para hacerlo podemos echar mano a uno de los conceptos básicos del coaching: observar al otro como alguien legítimo aun cuando no compartamos su punto de vista. Será un proceso mental y profundo. Lo principal será dirigirnos hacia nuestro corazón energético. Es fácil porque está en nuestro ADN y al acercarnos nos permitirá acceder a sus 5 virtudes:
- Compasión
- Perdón
- Humildad
- Entendimiento
- Valor
Las virtudes del corazón energético nos permitirán acompañar a las personas primero desde adentro para luego salir hacia afuera porque ambas dimensiones, como se explica en las leyes de la hermenéutica, están enlazadas. Trabajar así puede ser un camino más poderoso que resolver los problemas mediante una sanción o un resarcimiento. Constituirá una forma de sintonizar con el propósito que nos guía hacia la sanación del tejido social, la paz y la promoción de una cultura del encuentro.