Tiempo atrás un maestro me dijo: “Nos jugamos la vida por las conversaciones que tenemos y también por las que no tenemos”. Su idea resonó tanto que decidí activar diálogos entre diferentes actores del mundo legal –jueces, abogados y académicos– para re-pensar la Justicia. Con distintas miradas y perspectivas, empezamos a descubrir lo que tenemos que aprender y desaprender para abogar de una forma más poderosa en este mundo ágil, caótico y repleto de oportunidades. De eso trata este artículo.
Buena señal
Semanas atrás inicié el ciclo de encuentros Re-Pensar la Justicia a través de mi canal de YouTube, donde invité a magistrados, abogados litigantes, abogados colaborativos, representantes de colegios profesionales y académicos de distintas partes de Latinoamérica y España.
Diseñé el espacio con mucho amor y cuidado para que nos pudiéramos sentir como en una mesa de café, aunque fuera una instancia virtual. Todos aceptaron con gusto la propuesta y comenzamos a tejer un hilo de conversaciones. En principio, supuso un ciclo de cuatro encuentros, pero el poder del intercambio hizo que se extendiera hasta siete.
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En los distintos encuentros resonaron aspectos comunes a la práctica. En particular, sobre qué debemos incorporar y qué debemos soltar. Estos fueron los más destacados:
- Sumar una escucha consciente.
- Aprender a trabajar en equipo. Por mucho tiempo hemos funcionado desde los despachos cerrados y con cierto ostracismo. No se trata de solo compartir un escrito o cubrirnos en una audiencia. Es mucho más. Es compartir la receta de una comida y cocinarla juntos.
- Incluir la empatía, un ejercicio para comprender y sentir qué le está ocurriendo al otro desde el silencio y el respeto. Para acceder a ella primero es necesaria construir una empatía interior desde el autoconocimiento. Es un entrenamiento intelectual y práctico.
- Sumar las habilidades emocionales.
- Saber gestionar el cuerpo, el lenguaje y la emoción para el abordaje del desafío de los juicios orales. Distintos países avanzan en procesos judiciales que dependen del cara a cara y en muchos casos se da a través de la tecnología.
Sumar invitados a la sala
Los aprendizajes en Re-Pensando la Justicia se plegaron a otras búsquedas paralelas, como la de obtener una comprensión más amplia del mundo al abrirse a otras formaciones no estrictamente jurídicas. También a la de incorporar a la tecnología como una aliada. Sabemos que los software ayudan a resolver conflictos desde las plataformas y es vital traerlas a lo que estamos haciendo: re-crear o volver a crear la profesión, cada uno a su forma y en coherencia con lo que quiere dar a la sociedad.
En las distintas mesas de diálogo se repitió la necesidad de abandonar un lenguaje poco claro y encriptado que caracteriza a la profesión. Es un gran trabajo mantener una comunicación simple y cercana para que cualquier persona pueda comprendernos y nuestro trabajo sea mejor valorado. No hay que olvidar que las palabras tienen vibraciones, construyen realidades y generan emociones.
Necesitamos desaprender distintas prácticas para potenciar al humano dentro de cada profesional y relegar al administrador de leyes que vienen del pasado para abordar los problemas del presente. Una de ellas es dejar de cargar con el cliente. No son niños ni nosotros sus padres. Otra muy importante es no pretender tener todas las respuestas. Debemos permitirnos buscar y trabajar con especialistas, según lo amerite el caso.
También es clave desterrar la soledad y el hermetismo de la profesión. Sabemos que la cooperación y colaboración tejerán una red mucho más poderosa para enfrentar este mundo nuevo, ambiguo e incierto.
La cuarta y última práctica a desinstalar es la soberbia. Debemos alejarnos de los arquetipos de semidioses y superhéroes que han inspirado a más de un profesional del derecho.
Conexión establecida
En los encuentros emergió una y otra vez la idea de que debemos ser el cambio que la sociedad quiere. Hoy sabemos que se nos pide algo distinto. Hay personas que no quieren estar años en un proceso ni destruir sus vínculos o violentar a la otra persona. Algunas sí buscan eso, pero será nuestro trabajo acompañarlas a ver qué hay detrás y cómo pueden resolver sus conflictos de una forma pacífica.
Existe una conciencia de cambio y un pedido para que evitemos más divisiones. Los abogados estamos llamados a ser sanadores de un tejido social roto y lleno de angustia que es el resultado de vivir bajo modelos mentales basados en la separación. Pero eso es el pasado. El estadounidense Gregg Braden escribió en su libro La matriz divina (2012):
“Existe un campo de energía que es el puente entre nuestro mundo interior y el exterior, así como el recipiente de todo lo que existe”.
Entiendo que para muchas personas es un descubrimiento conocer que hay una fuerza que conecta sus cuerpos con el mundo, abriendo nuevas posibilidades de acción para lograr otros resultados. Al final de cuentas, es como expresó el jefe indio Seattle: “El hombre no tejió la red de la vida. El hombre no es más que una hebra en esa red. Todo lo que el hombre le hace a la red se lo está haciendo a sí mismo”.