“El futuro es sanar nuevamente la mente.
Reconociendo que la mente es todopoderosa:
controla cada célula en cada grado de su expresión genética”
(Bruce Lipton).
Los sistemas de creencias con los que vemos la vida e interpretamos la realidad responden a modelos mentales aprendidos culturalmente. Tal como lo explica Rafael Echeverria, “no sabemos cómo son las cosas, solo sabemos cómo las interpretamos, cómo las vemos”, pues “somos observadores del mundo”.
Sin embargo, como también sostiene Echeverría, también somos creadores del mundo, ya que el lenguaje no solo describe la realidad sino que además la crea. Por su parte, Peter Senge define a los modelos mentales como “supuestos hondamente arraigados, generalizaciones e imágenes que influyen sobre nuestro modo de comprender el mundo y actuar”.
Los modelos de conducta con los que entendemos el mundo también se encuentran profundamente enraizados en el mundo del Derecho, como podemos ver en la construcción que hacemos al interpretar las acciones de los colegas y clientes dentro del mundo de la abogacía. Por ejemplo, pensamos que “los mediadores son tibios”, “los ambientalistas, idealistas”y que “los clientes no quieren pagar los honorarios”.
Para salir de esa forma de pensar y de mirar, debemos mirarnos a nosotros mismos, ver cómo miramos y cómo interpretamos, para encontrar nuevas respuestas y posibilidades de acción.
¿Cómo pensamos lo que pensamos?
Es tan transparente para nosotros la forma en la que vemos el mundo, que solo salimos de la transparencia cuando hay un quiebre. Imaginemos un vidrio, que sabemos que está ahí aunque no lo veamos. Es transparente, pero cuando se rompe o se quiebra, lo identificamos perfectamente, ya que se pone en evidencia.
En el mundo del Coaching, se le llama ‘quiebre’ a esas situaciones, ya sean declaradas por nosotros o no, que generan un alto, un cambio o una necesidad de reflexión en nuestra vida o en nuestro mundo diario o cotidiano.
Ese quiebre, conocido como ‘problema’ por algunas personas, nos pone de manifiesto aquello que necesitamos ver, modificar o evolucionar en algún aspecto que estaba en transparencia para nosotros.
Si bien los modelos mentales o sistemas de creencias entran en quiebre cuando no nos dan respuestas a la interpretación del mundo actual, o cuando las respuestas que nos dan nos llevan a acciones que no nos ofrecen los resultados que esperamos.
Considero que todos podemos seguir como hasta ahora, colocando la culpa en el otro -en el sistema, en la política, en la sociedad, en los colegas, en la mala suerte- y en lo que sea que esté fuera de nosotros, o podemos mirarnos hacia adentro, revisarnos y mirar lo que necesitamos revisar para identificar dónde se encuentra nuestra propia ceguera o responsabilidad.
Elegir la vía que nos lleva hacia adentro, nos hace detenernos en una de las paradas necesarias para ver nuestros propios modelos mentales. Y es una de las experiencias más poderosas, desafiantes y a veces dolorosas que podemos tener. En mi experiencia como coach y facilitadora de procesos de autoconocimiento y transformación personal, muchas veces, por no decir casi siempre, me encuentro con que estamos muy identificados con nuestras creencias y pensamientos, tan identificados que creemos que “somos” ese pensamiento o creencia.
Los pasos para cambiar las creencias
En ese camino hacia adentro, encontramos apegos, identificación con patrones, formas y conceptos.
- El primer paso es la identificación, que consiste en mirarnos al espejo de forma brutal y completa, con mucha luz, para ver todos esos aspectos que generalmente no nos detenemos a observar.
- El siguiente paso es identificar los aspectos que nos limitan, y que en este tiempo no nos hacen sentido ni nos sirven.
- Luego, se trata de tomar la decisión de soltarlos, de desprendernos de ellos, de quitarlos de nuestro sistema de creencias.
Transitar esta transformación puede llevarnos a tener un conflicto de identidad y preguntamos: sin este pensamiento, sin este modelo, ¿quién soy?, ¿quién voy a ser?, y una sensación de vértigo y vacío nos acompañará en ese momento de descubrimiento.
Junto con la respuesta, llega a nosotros otro modelo mental, otro pensamiento sobre lo que “podría ser” sin el personaje que creé en base a las anteriores creencias. Y también puede asustarnos o generar inseguridad, “yo quiero seguir siendo abogado, no quiero ser un artista, ¿en qué me convertiré?
Muchos modelos mentales nos llegan y nos pueden generar más inseguridad y susto que entusiasmo. Seguramente, este nuevo modelo nos alarma o no es el que queremos realmente. Sin embargo, lo importante es darnos cuenta que seguimos dentro de un sistema de creencias que nos desplaza de un lugar a otro, y al estar atentos, al ser conscientes, no nos dejamos atrapar.
Esto puede suceder muchas veces, hasta que frenamos, porque vemos que ninguna de esas formas nos da los resultados esperados. Entonces, comenzamos el verdadero trabajo personal de desapego de algunos de los modelos mentales o sistemas de creencias identificados que debemos soltar.
Damos lugar a un nuevo espacio interno, de mayor libertad para nutrirlo de nuevas formas y creencias, menos rígidas y estáticas, listas para ser cambiadas y soltadas nuevamente cuando sea necesario.
La volatilidad, la complejidad del mundo y la realidad que nos contiene y comprende a todos requiere de una gran flexibilidad interna donde aprender, desaprender, soltar, tomar y volver a soltar. La idea es que puedas transitar esto en forma natural y sin trauma, logrando una apertura de conciencia y una mirada más abarcativa y holística de lo que sucede fuera y dentro tuyo.
El autoconocimiento es la clave de la transformación
¿Alguna vez te preguntaste qué sistema de creencias configura tu forma de mirar el mundo, de analizar las situaciones? ¿A quién puedes cargar con la responsabilidad de la falta de soluciones o respuestas de lo que consideras que está mal o no brinda las soluciones que debería brindar? ¿A la justicia, al gobierno, a los colegas, a los clientes, al Covid? ¿O a ti mismo?
Si te eliges a ti mismo, ¿te miras desde un espacio de aprendizaje? ¿O lo haces desde la falta de autoestima, la insuficiencia y el disvalor? ¿Cómo deconstruir lo heredado y construir lo propio?
A través del autoconocimiento y el aprendizaje colectivo, sea en grupo o comunidades de personas diferentes y diversas, podemos construir en coherencia con variedad de modelos mentales posibles, o bien podemos construir una nueva mirada en coherencia con nuestro corazón, con lo que sentimos, con la intuición, con lo que nos hace sentido, soltando un poco los modelos o programas ajenos y creando los nuestros, los propios. Sin aferrarnos, sin identificarnos, y dispuestos a soltarlo nuevamente cuando ya no hagan sentido y requieran ser revisados nuevamente.
Sistemas de creencias en las instituciones
Las instituciones se basan en sistema de creencias, en historia, en el pasado. No significa que eso sea algo malo, o que deba ser sí o sí modificado. Significa que debemos mirarlo con atención e identificar cuáles de estos sistemas hoy en día, en este siglo XXI, aún nos hacen sentido, cubren alguna necesidad, tienen un propósito que aporte al bien de todos, al colectivo, y cuándo estamos simplemente repitiendo, replicando, para “no olvidarnos” (lo que también es un sistema de creencias), y en realidad deberíamos soltar, transmutar y cambiar.
Hoy debemos asumir los retos de este nuevo milenio. Si los enfrentamos con los mismos sistemas de creencias reactivos del pasado, que son confrontativos, basados en la ira o el dolor de lo que pasó, solo vamos a seguir alimentando el cinismo, la frustración, el miedo y la separación.
En este sentido, las instituciones como grandes colectivos de pensamiento y acciones, son espacios en los cuales también se alimentan las emociones colectivas, y es por eso que necesitamos revisar los sistemas de creencias que hoy en día colaboran o impulsan las creencias de separación, dualidad y no integración. Son sistemas de creencias heredados que le han dado sentido y propósito a la institución en el momento de su creación y quizás ahora requieren ser revisados, actualizados y reformulados, en pos de un bien mayor.
Creencias arraigadas en el mundo del Derecho
Dentro de las principales creencias que deberían ser revisadas, encontramos las de la competencia, la separación y la escasez.
Si bien hay muchas declaraciones y manifestaciones que provienen de los propios espacios de colegas y abogados sobre la importancia de la colaboración, la cooperación y el trabajo en equipo, detrás de esas declaraciones aún falta coherencia. Aún la competencia se encuentra muy arraigada en nuestras formas y sistemas de creencias. Y la colaboración, por el momento, es más una intención y declaración que una realidad.
La separación es esa creencia por la cual creemos que estamos todos separados, que somos partes y contrapartes, que si estamos de un lado no podemos estar del otro. La separación se manifiesta en la dualidad (bueno-malo, culpable-inocente, cumplidor-incumplidor, víctima-victimario, perdón-pero no olvido, ganador-perdedor) que modela todas las formas que existen dentro de la abogacía. Me viene una frase muy antigua, “divide y reinarás”, que es una de las creencias y modelos mentales que debemos desterrar definitivamente en estos tiempos, eliminándola en todas sus formas.
Del mismo modelo mental que esa frase proviene el siguiente sistema de creencia que debemos eliminar definitivamente, que es el sostenido por la creencia de escasez, según la cual pensamos que siempre hay poco, que debemos repartir la torta entre muchos y que no alcanza para todos, que alguien se tiene que quedar sin nada o con menos, que es una cuestión de supervivencia. La creencia de escasez nos hace vivir según ‘la ley del más fuerte’. Pensamos que debemos ser más hábiles y más fuertes que los otros para no quedarnos sin nuestra porción de torta y sobrevivir, lo cual nos lleva a otras acciones depredadoras como la corrupción, la avaricia, el no cuidado de los otros y la falta de ética.
La colaboración como materialización de la abundancia
Si optamos por un formato más colaborativo y cooperativo, en coherencia, dentro de una de creencia de unidad, de no separación, entonces la abundancia toma forma, aparece, porque se multiplican las posibilidades, las soluciones, los proyectos, la creatividad y la innovación.
Si comenzamos a hablar de valor, de propósito, de dejar un mundo y una justicia mejores, de ayudar a otros, y no tanto de honorarios, de separación, de corrupción, de acumulación, las conversaciones, los valores e ideales que se abrazan en ellas responden a sistemas de creencias y modelos mentales renovados y necesarios en el siglo XXI, alineados con los desafíos que presenta este tiempo para nosotros como humanidad, como profesionales, como abogados.
Para crear la posibilidad de una nueva mirada desde la cual construir una nueva justicia, podemos comenzar por cambiar, soltar y modificar nuestros propios sistemas de creencias, revisando nuestros modelos mentales, en primer lugar individuales, luego sistémicos, seguidamente grupales y por último, colectivos.
El Coaching Jurídico como gran espejo
El Coaching Jurídico es el GRAN ESPEJO para mirarnos, es quien nos guía para movernos hacia donde queremos ir y lo que queremos crear. Luego de mirarnos, de identificar los sistemas de creencias y modelos mentales que nos limitan, es la gran llave y a su vez la puerta para lograr el vaciamiento de todo lo que cargamos y que nos pesa, de eso que nos limita pero que a su vez se encuentra en transparencia para nosotros, porque “así es y siempre ha sido”, por lo tanto pensamos que siempre será de la misma manera.
El Coaching Jurídico brinda las alas de la libertad, la fuente de la abundancia y el espacio de disfrute de la vida personal y profesional.
El Coaching Jurídico te brinda CLARIDAD, y consecuentemente PODER. Vos podés ser lo que elijas ser, sin tener que cargar con la mochila de tus padres o de la sociedad. Definir tu sistema de creencias te va a dar la posibilidad de elegir verdaderamente un camino propio, alineado con tus valores y tus objetivos.