La importancia de la gestión del lenguaje

La importancia de la gestión del lenguaje

Si bien es cierto que las leyes y normas son nuestros instrumentos de trabajo cotidiano, hay otra herramienta que tal vez es más importante y fundamental para la práctica del derecho. Me refiero a la gestión del lenguaje.

Déjame explicarlo mejor. Como abogado en ejercicio, ¿eres consciente del poder de tus palabras? Seguramente puedes estudiar de memoria cada página del Código Civil, pero la gestión del lenguaje es lo que, a fin de cuentas, te permitirá brindar asesoramiento, hacer negociaciones efectivas, mediar, participar en audiencias o defender a tu cliente en un juicio.

El derecho es un universo complejo de palabras y lenguaje. Son recursos definitivamente poderosos que modifican la situación de las partes en sentencias judiciales, dictámenes legales, opiniones, cartas documento, contratos, cláusulas especiales y expresiones utilizadas en una audiencia, alegato o cualquier texto oral.

¿Nos damos cuenta de que a través de la gestión del lenguaje estamos constantemente moldeando la realidad de otras personas?

Es una pregunta que sorprende porque muchos no se han detenido a pensar que, además de describir la realidad, las palabras y el uso del lenguaje también la crean, transforman y definen.

En el trabajo y en la vida en general, la potencia de las palabras es sustancial, y los abogados debemos ser conscientes del impacto de la gestión del lenguaje. Hacerlo nos brindará la capacidad de generar los cambios necesarios para la aparición de profesionales del derecho con más poder humano. 

La gestión del lenguaje en el derecho

Cuando incorpores efectivamente el manejo consciente del lenguaje, serás más cuidadoso en la elección de palabras y términos según la situación laboral en que te encuentres. Por ejemplo: ante una pregunta puntual de tu cliente, podrás responder con más naturalidad, empatía y comprensión, y no como una máquina que repite de memoria un listado de leyes en una jerga tal vez incomprensible para el que escucha.

¿Cómo hacemos para tomar conciencia de la importancia de la gestión del lenguaje? 

Será necesario recorrer tres etapas:

  • Identificar el observador que somos
  • Entender los juicios
  • Comprender el poder de la escucha consciente

Analicemos cada una. 

Identificar el observador que somos

Ninguno de nosotros mira el mundo de la misma manera. Nuestra observación particular es 100% subjetiva y está relacionada con la historia de cada uno, la forma en que hemos sido criados, los caminos recorridos, las historias personales, las elecciones de vida, la nacionalidad y otros aspectos.

Por lo tanto, cuando observamos también leemos e interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor y tomamos decisiones de acuerdo a cómo concebimos y traducimos la realidad. ¿Podemos ir más allá de nuestros propios límites? Precisamente, conocer y ampliar el observador que somos nos permite identificar barreras que antes no podíamos ver y visualizar escenarios de acción más grandes y variados.

¿Te imaginas los nuevos resultados que puedes obtener? Quizás nunca te diste cuenta, pero puede que como abogado siempre hayas buscado metas similares o actuado de la misma manera siguiendo un hábito profundamente arraigado. Piensa en lo que podrías conseguir si ampliaras tu campo de visión a partir de la comprensión de cómo observas tu entorno.

Para conocernos como observadores debemos ser curiosos y hacernos preguntas constantemente: ¿por qué crees que es así? ¿Qué te hace verlo de esa forma? ¿Qué harías tú en mi lugar? ¿Cómo te parece que podríamos abordarlo? Cuando logres conocerte mejor y sepas por qué observas, piensas y actúas de determinada manera, tu campo de posibilidades se verá enriquecido. Posteriormente podrás ver e identificar un observador diferente en el otro.

Entender los juicios

La ontología del lenguaje entiende a los juicios —popularmente considerados como prejuicios— como tipos especiales de declaraciones, es decir, actos del habla que generan mundos diferentes, tanto para nosotros mismos como para los demás. ¿Por qué es importante mencionar esto? Porque el lenguaje se manifiesta como una herramienta de enorme poder a través de las declaraciones.

Es decir, cuando hacemos declaraciones no estamos afirmando o describiendo algo, sino que creamos una realidad nueva a través del lenguaje. Por su lado, los juicios son declaraciones de gran peso porque nos condicionan. Son apreciaciones, opiniones o interpretaciones que nos abren o cierran posibilidades y que varían de acuerdo al observador que somos.

Algunos dicen que emitir juicios es poner etiquetas. ¿Cuántas veces has empezado un diálogo con un nuevo cliente o un colega que no conocías y lo has etiquetado sin saber realmente quién es y cómo piensa? Como abogados, debemos separar la distinción entre etiqueta y realidad para poder conocer al otro y analizar cada situación con diferentes puntos de vista. Eso, por supuesto, nos presentará nuevas posibilidades de acción, de conversaciones más constructivas y de vínculos más duraderos.

Debemos ser conscientes de los límites que los juicios nos imponen y entender que no son nada más que apreciaciones u observaciones personales. Entonces, ¿qué podemos hacer? Dejar nuestras certezas de lado y dar más cabida a la duda, abandonar las etiquetas y permitirse conocer al otro.

Comprender el poder de la escucha consciente

En este punto debemos hacer algo que, si bien parece una obviedad, no hacemos muy a menudo. Hablo de escuchar, con consciencia y verdadera atención. En varias oportunidades, los abogados no escuchamos realmente. Me refiero a que mientras el otro habla, ya estamos preparando una respuesta rápida e inteligente, sin decodificar con sumo detalle lo que la persona dice. ¿De qué sirve actuar de esa manera?

La clave es poner tu atención en lo que ocurre aquí y ahora, saber qué sucede, abrirse al otro, escuchar con quietud, usar la intuición y la reflexión, ser más receptivo e interpretar. Actuar de esta manera te permitirá entender con facilidad y rapidez lo que está ocurriendo, lo que la otra persona está diciendo, lo que pide o necesita. Por consiguiente, tu aporte tendrá mucho más valor.

Aunque escuchar de forma consciente requiere de mucha práctica, también debes prestar atención a los silencios que se producen durante las conversaciones, los gestos emocionales y la corporalidad del otro. Todo suma para comprender en profundidad lo que se está diciendo —o queriendo decir— para poder hacer una devolución de valor o brindar un feedback constructivo.

El poder de la escucha consciente es crucial para los abogados porque nos permite ser más reflexivos y sólidos en nuestras argumentaciones. Al mismo tiempo, nos ayuda a dejar de lado los juicios, a observar con más detenimiento, a tejer fuertes lazos y a innovar constantemente. 

Los abogados y la gestión del lenguaje

¿Qué les sucede a los abogados que deciden no prestar atención a la gestión del lenguaje? Además de desperdiciar la gran oportunidad de convertirse en un profesional con más poder humano, pierden un recurso de enorme relevancia. ¿Sabes cuál es? El tiempo. Las comunicaciones ineficientes no aportan nada y nos conducen a callejones sin salida. Por supuesto, eso también se traduce en pérdida de dinero, de clientes y de nuevas oportunidades.

Independientemente de nuestra formación o experiencia laboral, somos seres humanos en constante relación con los demás. Entender la importancia de la gestión del lenguaje es esencial para mejorar como personas y profesionales. Nuestro rol como abogados se relaciona directamente con la calidad de las conversaciones y los lazos que establecemos.

Te sugiero que comiences a poner en práctica las tres etapas que te expliqué anteriormente. Por otro lado, puedo darte una mano y ayudarte a activar esta destreza humana y profesional con mayor celeridad.

¡Incorpora la gestión del lenguaje a tu set de herramientas!

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